¿Qué desafíos trae para ti en lo personal y lo laboral la AICE?
La Asociación agrupa a todos los estructurales, en sus diferentes campos de ejercicio de la profesión y la mayoría de los socios provienen del mundo del cálculo de edificios, los que venimos del mundo “industrial” -minería, celulosa, acero, montaje electromecánico, otros- somos minoría. Entonces lo que me deja más contento es seguir contando con la confianza de los colegas a nivel transversal y constatar que aún los puedo representar adecuadamente en el Directorio, es el mayor reconocimiento de que el trabajo se está haciendo bien.
Recuerdo que la primera vez que postulé obtuve todos los votos de los “industriales” pero no logré obtener un sillón en el directorio. Así que la segunda vez tuve que hacer campaña en el sector de los edificios y pedirles apoyo a quienes habían sido mis compañeros de universidad. En este primer período la meta fue crear instancias de participación para el área industrial, hicimos conversatorios, encuentros sobre diseño de grandes fundaciones y temas llamativos para los “industriales”. En el segundo periodo la meta fue incrementar la participación de las colegas, efectivamente logramos subir de un 5% a tener 15% de participación femenina en un momento, hoy es el 13%, sumado a que tres de los siete puestos en el directorio son ocupados actualmente por ingenieras, es una muestra palpable de ese aumento.
En el período pasado (3ro) estuve a cargo de los cursos de capacitación continua. Pasamos de tener 2 cursos a 10 (aprox). Eso significa subir de 50 personas capacitadas al año, a casi 300 en 2021 y este año esperamos capacitar a 400 colegas. Nuestro modelo consiste en realizar cursos cortos, prácticos, enfocados en el trabajo del día a día y plantar la semilla para que el/la colega se siga capacitando de manera continua, si lo desea, en un diplomado o magíster de alguna universidad tradicional, desde donde vienen varios de los profesores.
Para el presente período, queremos seguir incentivando el tema de la educación continua, pero el mayor desafío es la internacionalización de la Asociación, creando puentes con las asociaciones pares del resto de Latinoamérica. Para ello trabajamos en conjunto con ACHISINA (Asociación Chilena de Sismología e Ingeniería Antisísmica) en el “Código Modelo Sísmico”, a grandes rasgos consiste en tomar el código sísmico chileno, extraerle las particularidades, y hacerlo genérico para que pueda ser aplicable en el resto de Latinoamérica. Ian Watt lidera este trabajo, el cuál ha permitido darnos a conocer de manera internacional, para que los colegas vean que se pueden capacitar con nosotros, utilizando lo bueno que nos dejó la pandemia: hacer los cursos en modalidad online, ya hemos tenido estudiantes desde Nueva Zelanda a España. Con estos cursos nos dimos cuenta que hay mucho colega extranjero que quiere saber cómo se realiza el trabajo al sur del mundo. Uno tiende a normalizar su experiencia y trabajo, por ende, también la respuesta de nuestra estructura está normalizada, por ejemplo, un terremoto 8,5º en cualquier otra parte del mundo sería catastrófico, pero para los chilenos no. En el terremoto 8,8º del 27-F menos del 2% de las estructuras sufrieron daños, desde el punto de vista macro es un tremendo éxito.
En la parte personal, el desafío es seguir creando puentes y lazos entre los colegas, seguir incentivando la creación de comunidad, mostrarles que si todos aportamos desde nuestro punto de vista particular podemos encontrar las mejores soluciones posibles a nivel global. Por ende es súper importante conocer las variables que influyeron en la toma de decisión, así se puede saber cómo cambian esas variables de entrada y cómo ajustar la solución. Mi norte es generar un ecosistema adecuado para que se comparta ese conocimiento.
¿Quiénes fueron electos contigo?
La Asociación cuenta con siete directores que se eligen a través de votaciones alternadas, cada año se renuevan 3 directores y los cargos duran dos años. Este año, los cargos vacantes los ocupamos Ian Watt, Gerente General de VMB Ingeniería Estructural; Francisca Pedrasa (alumni DIC), de René Lagos Engineers; y yo. Los directores que continúan en sus cargos son Marianne Küpfer (alumni DIC), también de René Lagos Engineers; María Jesús Aguilar, ingeniera estructural de AUSENCO; Tomás Núñez (alumni DIC), CEO de TNA Engineering; y Lucio Ricke, también alumni DIC y socio de IEC Ingeniería. De esta manera siempre hay 4 directores que se mantienen y permite darle continuidad a la gestión.
¿Nos podrías detallar a grandes rasgos la historia de la Asociación de Ingenieros Civiles Estructurales?
La asociación nace hace 25 años atrás, con un enfoque profesional. Reúne a quienes nos ganamos la vida haciendo que las cosas no se caigan al suelo durante ni después de un terremoto, es un subconjunto de la especialidad civil. A diferencia del Colegio de Ingenieros, que basta con tener el título habilitante [de ingeniero], acá se pide que uno ejerza en la profesión de calculista, específicamente. También es diferente de ACHISINA, que tiene un enfoque más académico.
¿Cómo pueden participar los jóvenes en la Asociación?
Son todos bienvenidos. Para pertenecer a la asociación debes tener el título de Ingeniero Civil Estructural, habilitante para firmar planos, que te permita sacar una patente municipal; y contar con experiencia mínima de aproximadamente 2 años. Generalmente uno comienza participando en la ANEIC (Asociación Nacional de Estudiantes de Ingeniería Civil) y después, cuando llevas un par de años en el mundo profesional pasas a la AICE. Nosotros tenemos un subgrupo que se llama “AICE joven” que hace de puente entre ambas organizaciones.
¿Cómo fue tu paso por el Departamento de Ingeniería Civil?
Fue muy entretenido, fueron años muy intensos de adquirir conocimiento. Tuve el privilegio de asistir a clases con tremendos profesionales: Rodolfo Saragoni, René Lagos, Alfonso Larraín, entre otros. Fui ayudante de Tomas Guendelman en la cátedra de “Análisis Estructural Avanzado”. También fui profesor auxiliar de “Estructuras de Acero”, primero de Ralph Sharp, después de Alejandro Verdugo y luego de Ricardo Herrera, estuve casi ocho años compartiendo conocimientos. Entonces tengo buenísimos recuerdos del paso por la universidad. Una de las cosas que destaco de ellos era que no se guardaban secretos, tú sentías que te estaban enseñando el borde del conocimiento de lo que ellos sabían.
He dedicado toda mi vida profesional a diseñar y construir plantas mineras, es muy entretenido estar dentro de un equipo de profesionales donde participan geólogos, mineros, procesistas, hidráulicos, mecánicos, eléctricos y más. Sin el paso por la escuela, no sería posible hacer lo que estoy haciendo hoy.
¿Por qué decidiste estudiar Ingeniería Civil? ¿por qué la especialidad de Estructuras?
Desde pequeño tuve habilidad para las matemáticas, fui seleccionado chileno de matemáticas durante dos años, participé en una Olimpiada Mundial de Matemática en la India y una Olimpiada Iberoamericana en Costa Rica. Después obtuve puntaje nacional en la prueba específica de matemáticas. Siempre he estado ligado a los números. Entonces, el paso por la Escuela de Ingeniería de la U. Chile era casi natural. Entré a la FCFM porque quería estudiar ingeniería matemática, pero una vez dentro, conociendo el resto de las especialidades, contando con habilidades en la parte abstracta y en la parte numérica comencé a preguntarme ¿qué problema quiero resolver? Y en el país más sísmico del mundo estaba claro cuál era la respuesta. Decidí que Ingeniería Civil estructural era la disciplina en la cual yo quería ejercer mi profesión.
La gracia de estudiar Ingeniería estructural en Chile es que sabes que tu diseño será probado en algún momento, cuando ocurra un terremoto. En mi caso, esa prueba llegó cuando trabajamos en Carmen de Andacollo (cerca de La Serena), en 2015 con el terremoto 8,5º del Elqui, no le pasó absolutamente nada a la planta. Nos sentimos orgullosos. Luego, a los 38 años asumí la responsabilidad de los diseños estructurales del sistema de transporte de mineral de Chuquicamata subterránea, el cambio más grande en su historia que ha sufrido la operación de cobre más emblemática a nivel mundial. Para mí fue un privilegio haber tenido la posibilidad de trabajar en ese equipo, hacer realidad un sueño, contribuir a que algo tenga vida útil por 40 años más, debe ser una de las cosas más lindas que a uno le pueden pasar.
¿Cuáles crees que son los desafíos en tu área a nivel nacional?
El desafío en el caso de estructuras es generar diseños que cada vez tengan menor impacto en la naturaleza, ya sea reciclando estructuras metálicas o reutilizando estructuras de hormigón, que es un tema al que se le debería poner más atención en los próximos 10 años, ya que la industria del cemento genera el 8%(aprox) de las emisiones de carbono a nivel mundial. Acá en Rajo Inca somos pioneros al reutilizar completamente una planta existente como El Salvador -que se diseñó hace 30 o 40 años atrás- y reacondicionarla para que siga siendo útil en los próximos 40 años, en vez de construir una planta nueva, abandonando la planta antigua. Es un mundo nuevo para los estructurales ya que, desde los 90 al 2010, estábamos acostumbrados a diseñar plantas nuevas, con materiales nuevos. El desafío es descubrir cómo reacondicionar las plantas para que sigan siendo operativas por los próximos 20 años con el mismo nivel de confiabilidad que han tenido durante todo este tiempo. En ese sentido, espero que los futuros colegas tengan un par de cátedras que les permita visualizar este tema en la Universidad.