El efecto del cambio climático en Chile puede verse, de manera más drástica, en forma de la sequía que ha reducido el acceso al agua potable. El problema de escasez hídrica ha llegado al punto en que Petorca se declaró zona de catástrofe en 2020 y se presentó un recurso de protección para garantizar 100 litros de agua diarios por persona. Esta situación, requiere el desarrollo y rediseño de cada etapa del aprovechamiento de los recursos hídricos para lograr un sistema resiliente.
El uso de tecnologías avanzadas en sistemas de agua potable puede desempeñar un papel crucial en la reducción de los impactos del cambio climático en Chile. La monitorización de los sistemas permite una mejor administración del agua potable, para poder garantizar su disponibilidad. Por otro lado, técnicas basadas en inteligencia artificial permiten minimizar las pérdidas y optimizar su uso. Estos sistemas pueden ser utilizados para detectar fugas y reducir el desperdicio de agua potable, además de ayudar a prevenir la sobreexplotación de los recursos hídricos en zonas donde la demanda es alta.
La implementación de estas tecnologías no sólo garantiza la sostenibilidad de los recursos hídricos, sino que también ayuda a reducir la huella de carbono de los sistemas de suministro de agua potable al disminuir la necesidad de transportar agua de otras regiones o utilizar fuentes de energía no renovables en el tratamiento del agua. Otras tecnologías, como los sistemas de tratamiento de aguas residuales y la gestión inteligente de la irrigación, también pueden ser utilizadas para optimizar el uso del agua y reducir el impacto del cambio climático en la producción agrícola.
Constantemente se desarrollan estrategias de diagnóstico y optimización para mejorar la eficiencia de los sistemas de agua potable, sin embargo, cada una de estas herramientas debe adaptarse a las condiciones específicas del lugar donde debe emplearse. Chile, por sus características geográficas y geológicas, está constantemente sometido a diferentes amenazas naturales, lo que añade complejas condiciones de frontera al problema de la escasez hídrica.
Dentro de este contexto, el Centro Avanzado para Tecnologías del Agua -CAPTA- de la Universidad de Chile, en el proyecto de Riesgo de Pérdidas en Redes de Agua Potable (RiPRA) se encuentra perfeccionando múltiples instrumentos de gestión de los sistemas de agua potable. Los objetivos son reducir las pérdidas físicas, disminuir el riesgo frente a amenazas naturales locales, incluir problemas de operación y deterioro de los elementos, y buscar una planificación resiliente de las nuevas expansiones requeridas a partir del aumento de la demanda que se espera en los próximos años.
El progreso de estas tecnologías es sólo uno de los elementos en la solución del problema de abastecimiento. Se requiere una estructura legislativa que enmarque calidad, continuidad y sostenibilidad en el servicio, además de la colaboración de empresas sanitarias para implementar nuevos regímenes y procedimientos. La población debe estar al tanto también de la existencia de soluciones y los mecanismos necesarios para que se impongan a la brevedad. Este trabajo conjunto puede permitirnos amortiguar el impacto del cambio climático que ya se hace presente y que aumentará en un futuro próximo.