Pedro Ortigosa (1942-2024), o “Perico” como le decían sus amigos, fue ingeniero de la Universidad de Chile. Luego de graduarse en la casa de Bello en el año 1966, partió en busca de conocimientos al Massachusetts Institute of Technology (MIT) junto a su profesor Robert (Bob) Whitman, justo en el contexto de los aprendizajes que dejó el terrible terremoto de 1960 en Valdivia. Este evento sísmico, y el posterior terremoto de Nigata (Japón) en 1964 que reveló la “licuación”, o transformación del suelo en líquido, marcó el inicio de la dinámica de suelos a nivel mundial y la inquebrantable dedicación de Pedro al estudio de ella.
Rodolfo Saragoni, amigo personal del profesor Ortigosa, recuerda con cariño la figura de este maestro, guardián de la dinámica de suelos en Chile, con quien junto a Horacio Musante, abordaron una disciplina que estaba naciendo a nivel mundial. Pedro Ortigosa se convirtió en un referente y pionero en la dinámica de suelos en Chile, desempeñando un papel fundamental en la introducción de la norma sísmica chilena en 1972, antes que Estados Unidos, al incorporar efectos de suelo en la amplificación dinámica de terremotos.
Como director del IDIEM y académico de los cursos de “Dinámica de Suelos” y “Fundaciones” en el Departamento de Ingeniería Civil (DIC), Pedro contribuyó significativamente al avance de la ingeniería sísmica en Chile. Entre sus más grandes obras destaca el “Volumen N°3 del Manual de Carreteras”, cuyo aporte en la sección de diseño sísmico de puentes y estructuras sísmicas, aun se usa como referente en el Ministerio de Obras Públicas y a nivel nacional.
Además de sus contribuciones académicas, el ingeniero Ortigosa fue socio fundador de PETRUS, donde durante más de 40 años lideró más de 1500 estudios geotécnicos. Su inteligencia metódica y amistad con Saragoni se tradujeron en proyectos conjuntos como el puente de Chacao y el Manual de Carreteras, dejando una huella indeleble en la ingeniería chilena. Su mayor colaboración se evidencia en la introducción del comportamiento dinámico de los suelos y sentando las bases para la normativa sísmica del país.
A partir de 2010 se alejó de las aulas, dado que le afectó una condición similar al Parkinson. “Era una persona de buen humor, meticuloso, y famoso por la calidad de sus clases” señala el profesor Saragoni, “aunque fumaba mucho, un cigarro tras otro”, agrega tras recordar que en aquella época estaba permitido fumar dentro de las aulas.
Don Pedro Ortigosa de Pablo falleció a los 82 años, tras dos años de lucha contra problemas respiratorios y un cáncer terminal. La comunidad académica y de ingeniería civil lamenta la pérdida de un referente, recordándolo como el fundador de la dinámica de suelos sísmica en Chile y dejando un legado que seguirá inspirando a las futuras generaciones