Cuando hablamos de innovación y emprendimiento nos referimos a la búsqueda de hacer las cosas de una manera distinta y a la capacidad de atreverse a hacerlo. El cambio climático producto del calentamiento global y los fenómenos sociales que en nuestro país llevaron a un estallido social, nos muestran que no es posible seguir haciendo las cosas de la misma forma, no es sostenible. Necesitamos un nuevo modelo de desarrollo, cambiar la forma como vivimos, como nos trasladamos y cómo nos organizamos, debemos cambiar rápidamente. Los acuerdos de la COP reafirman el objetivo del pacto de París, de limitar el incremento de la temperatura mundial a 2°C y en los últimos dos años el compromiso es esforzarse por no superar 1,5°C, cifra que ya tendrá consecuencias significativas. Por otra parte, los sectores menos favorecidos en lo económico legítimamente aspiran a mejorar sus condiciones de vida.
La gran pregunta es, entonces, cómo hacemos para reducir las emisiones y el daño al medio ambiente que ha provocado nuestro modelo de desarrollo y, al mismo tiempo, mejorar las condiciones de vida de las personas menos favorecidas.
Éste es un ejemplo claro de que necesitamos innovación, hacer las cosas de manera diferente. Para lograrlo es muy importante incorporar diversidad en los equipos. La evidencia muestra que equipos más diversos son más flexibles, innovadores y efectivos (Ver por ejemplo Diversity Wins: How Inclusion Matters de McKinsey & Company). Si bien esto es sabido desde hace un tiempo, la incorporación de la diversidad en los distintos ámbitos ha sido lenta. En el caso particular de la innovación y el emprendimiento con base científico-tecnológica, tenemos que superar el sesgo de la poca presencia de mujeres en las carreras de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM por sus siglas en inglés). Las mujeres, que históricamente fueron excluidas de esos ámbitos, tienen mucho que aportar.
Para avanzar en esa línea, hay varias acciones concretas que se pueden adoptar, como por ejemplo, asegurar la participación de equipos diversos, incorporando explícitamente ese criterio en la selección de equipos y en la asignación de fondos de innovación y emprendimiento. Otra acción positiva es potenciar y fortalecer el liderazgo femenino, ya que uno de los elementos que se ha visto que contribuye positivamente a la incorporación de mujeres es la existencia de modelos, el ver a mujeres destacadas liderando equipos, es un factor que contribuye a que estudiantes se interesen por esos temas, o que jóvenes profesionales se atrevan a tomar roles más protagónicos. Garantizar equidad y transparencia es también muy importante, así como generar un ambiente libre de agresiones y discriminación, y una cultura que valore la diversidad.
En la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile hemos tomado algunas acciones en esta línea, a través del Programa de Ingreso Prioritario de Equidad de Género (PEG) iniciado en 2014, para el ingreso de mujeres al plan común de ingeniería. Este programa, que ya lleva casi una década, nos ha permitido llegar a un 30% de estudiantes mujeres. También el Programa de Equidad de Género en la Academia (PEGA), que permite contratar a académicas en etapa de formación.
De la mano de Justicia Espada Acuña Mena, la primera mujer ingeniera en Chile, quien fue formada en nuestras aulas, y cuyo nombre está plasmado en la torre central del Campus Beauchef, seguiremos dando pasos hacia la equidad.
Nuestra meta es que no sea noticia el que una mujer sea “la primera en”, que nuestras estudiantes tengan claro que ellas, al igual que sus compañeros, pueden lograr lo que se propongan, que no hay barreras ni techos de cristal. Tengo la confianza de que son ellas y ellos quienes van a impulsar el desarrollo de nuevos o significativamente mejorados productos, bienes, servicios, procesos y métodos, desarrollados en base al conocimiento de ciencia y tecnología, que nos lleven al tan anhelado nuevo modelo de desarrollo.