Una nueva expedición exploró el misterioso subterráneo del edificio de Física de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (FCFM) de la Universidad de Chile. El 2008, tan solo tres profesores, Patricio Aceituno, en ese tiempo vicedecano, Yarko Niño y Aldo Tamburrino, ambos del Departamento de Ingeniería Civil, se adentraron a lo desconocido. "Solamente íbamos con nuestras linternas", recuerda Tamburrino. El jueves de la semana pasada fue todo muy distinto. El grupo lo conformaron profesores, entre ellos la actual vicedecana, Marcela Munizaga, alumnos, un paramédico y el jefe de la Unidad de Prevención de Riesgos de la FCFM. Ya no hubo linternas, sino que potentes focos, y se midió la composición del aire y del agua en esas bóvedas bajo tierra. Aceituno y Tamburrino volvieron al sitio del suceso.
"Encontramos varias tuberías que no sabemos para donde van, varios ductos que no habíamos mirado la vez anterior, pero el misterio se mantiene. No sabemos muy bien de dónde viene el agua. Es agua limpia, agua potable. Tiene que haber una fuga en alguna parte", cuenta Aceituno, actualmente profesor emérito.
Hormigón Armado
El laberinto está formado por lo que hasta ahora se pensaba que eran túneles de hormigón armado conectados entre ellos. Miden tres metros de ancho, dos de alto en algunos puntos y el más largo cubre una distancia entre 30 y 40 metros.
El agua llega por un ducto circular de unos 40 centímetros de diámetro. ¿Desde dónde? Nadie sabe. Ningún humano puede meterse en ese espacio y llegar al origen. Uno de los estudiantes que bajó esta vez, Eduardo Jorquera, podría ayudar. Gracias a su tesis en robótica, para obtener un Magíster en Ciencias de la Ingeniería con mención Eléctrica, y a su trabajo en una empresa de inspección industrial de espacios confinados, podría utilizar un robot para hacer una reconstrucción en tres dimensiones del ducto y determinar el origen del agua.
Los exploradores consiguieron ahora los planos del edifico que construyó el Ministerio de Obras hace 100 años. Tenían la esperanza de que esto resolvieran el misterio, pero no hubo suerte. "No tienen ninguna referencia a estos túneles. Así que quedamos nuevamente en cero. No sabemos si los construyeron después de que se inauguró el edificio", explica.
En el viaje al centro de Beauchef el 2008 los profesores encontraron las raicillas de al menos dos árboles que penetraron el cemento y siguieron bajando hasta que encontraron el agua. Ahora las raicillas forman un tupido bosque colgante a lo largo del techo. "A pesar de que no llegan al agua, se produce un ambiente muy húmedo y están llenas de gotitas de agua. Se condensa la humedad en ellas", cuenta.
Son estanques
Tamburrino, actualmente profesor del área hidráulica de Ingeniería Civil de la FCFM, tiene una respuesta. "No son túneles. Simplemente son unos grandes estanques subterráneos, que no son raros. En el laboratorio de hidráulica del departamento de Ingenieria Civil tenemos este tipo de estanques. El objetivo simplemente es almacenar el agua", cuenta. Incluso los muros, a unos cuantos centimetros del techo, tienen un conducto o canal parecido al de algunas piscinas, para que el agua ingrese y se devuelva a otro punto del circuito.
"La pregunta más interesante es ¿por qué nos olvidamos que esos estanques existian? ¿ Por qué se perdió la memoria de la existencia de estos estanques de regulación subterráneos? En qué momento dejaron de usarse, por qué no quedó registrado. Era algo tan obvio, tan común, que todo el mundo pensó que no era necesario registrarlo", explica. Cree que en la década del 50 se dejaron de utilizar o se cambiaron los laboratarios que estaban en ese lugar. "Ya han pasado 70 años y cualquiera que hubiese sabido de la existencia de estos estanques ya no está", cuenta. Lamenta echar a perder las expectativas de la gente que hubiese querido que en realidad fueran catacumbas o algo parecido.
En la cuenta de Instagram beauchefmemes.co, los alumnos ya le encontraron usos al estanque abandonado. "Carrete de año nuevo en las catacumbas de Beauchef. Están todos cordialmente invitados", bromea un meme. "Por fin tengo un lugar para ir a llorar sin que nadie me ...", dice otro.